Tus cinco minutos
Imagino que acabas de fumarte un cigarro en la terraza.
La música siempre sonando, grupos que casi nunca conozco.
Ahora echas un vistazo al messenger, hablas un rato, miras algún blog.
Hola.
No llega a cinco minutos tu visita, pero los cumples de vez en cuando.
Piensas que son sólo tus cinco minutos y son nuestros.
Los únicos que compartimos ahora.
Me alegro de que te acuerdes de mí y me leas.
Ya no hay llamadas, no hay emails.
Quizás simplemente, sólo quieras saber de mí pero no hablar conmigo, y leer esto sea más cómodo que preguntar a alguien qué tal me va. Algo que, seguramente, acabarías por no hacer nunca.