Las formas se me solapan y me intrigan.
La arquitectura de la vida pierde interés
y me fascina sobremanera el valor plastificado
y virtual del diseño a medida.

Decorar interiores y buscar las mejores vistas
de uno mismo para impresionar a la primera,
que es como impresionar dos veces.

Sin tiempo para acostumbrarme a mi espejo matinal
dejo yo de ser yo y me convierto en lo mejor de mí mismo
sólo con abrir la puerta de mi casa.
Así, aplico la teoría de la cascada según la cual,
si algo moja, el resto se empapa, de modo que pronto seré, siempre,
a todas horas, mi mejor yo.

Es hermoso comprobar cómo mi forma
sobrecoge y enamora a mi fondo vulgar
y lo conduce a mi yo verdadero.

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