Quererte tiene de ti lo que yo tengo, una ilusión, un recuerdo que inventé por no saber quererte en lo cierto, en los choques de dientes y labios y en el morder de tu cuerpo contra el dolor y la soledad y la muerte. Te veo cruzarte y, perpendicular a mí, tu estela de imposibles de no quererte y me dejo llevar diez metros, veinte y sonrío a cada segundo que vuelve todo lo que no fue. Mañana no me llamarás, no me verás, no podré verte y un día y otro, nos cruzaremos los besos, las voces altas, las promesas para no cumplirlas y callaré todas las palabras que al verte, se arrojan a detenerte a mi boca y las enterraré en la arena húmeda de las playas abandonadas en el invierno, donde me guardo, dibujo garabatos y escribo cartas que nunca envío en noches frías y sin estrellas.