Pornografía y dignidad


Cada vez escribo menos.
He comprobado que cada vez me quedan menos cosas que decir.
Releo viejos textos y me siento ridículo. Suelen ser textos banales, revisiones superficiales de obviedades. Wittgenstein (vida y obra) despreciaba ese afán diletante. La manera en que saltamos, en que salto, de una materia a otra sin profundizar en exceso. Somos doctores en potencia, seleccionadores de fútbol, economistas, informáticos. Siempre hay alguien que ha leido algo sobre algún tema en algún suplemento dominical y sabe todas las respuestas.

Vandálica, una chica con ideas claras, o al menos rotundas, dice en su blog que la nuestra es una pornografía de los sentimientos. Nuestra sociedad, nuestros blogs, es lo mismo. Pudor es sinónimo de honestidad, modestia o recato. Obsceno es aquello que es impúdico y la pornografía la define la RAE como el "carácter obsceno de obras literarias o artísticas". Nuestra obra es pornográfica si es impúdica, si carece de honestidad, modestia o recato. Si nuestra obra es lo que hacemos, lo que vivimos, muchas personas mediante blogs, otras muchas en televisión, otras por las calles, son ejemplos de pornografía de los sentimientos.

Y al mismo tiempo son, somos, ejemplo de eso que tanto detestaba Wittgenstein: diletantes que en vez de entregarnos a una tarea más exigente, a avanzar en los extremos de la superación del ser humano, nos limitamos a revolcarnos complacientes o desesperados en nuestra pocilga sentimental.

El sábado "Línea 900" emitió un documental en "La 2" sobre la Osteogénesis Imperfecta, la enfermedad de los huesos de cristal, una de esas enfermedades que no son suficientemente rentables para la industria de la salud. En el documental una mujer, nacida en los 60, deforme, terriblemente deforme, rescataba un poco de la dignidad humana, que está en desuso. Decía que en la vida hay gente que tiene un papel principal y otros secundario (algo así le atribuyen a Orson Welles, "En la vida hay 5.000 o 6.000 protagonistas. El resto son secundarios"). Y también decía que a ella le había tocado un papel secundario pero quería vivirlo con la mayor dignidad posible. Es licenciada en medicina y doctora en salud pública y la admiro mucho. No por sus estudios en especial. La admiro por sus palabras, por su entereza y su modestia y su honestidad al hablar de sí misma, porque cuando hablaba no había ni una pizca de diletancia, de complacencia, de flagelación. Nada de pornografía. Había dignidad.

El dibujo es de Vandálica.

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