Subidas frenando



Inspirado por un comentario de jb, aquí va la revisitación en clave de estar, de un tema de ser (es imprescindible tener buena memoria o leer antes "Caídas sin freno"):

No he estado nunca especialmente bueno.
He estado delgado, fondón, atlético. Bueno no he estado.
Si lo estuve en el pensamiento de alguien fue tal vez por miopía.
Si lo estuve de obra me ha pasado tan poco que cada día lo extraño menos.
Pero si me mirases a los ojos, si creyeses que con excrutar mi superficie
basta para juzgar a un hombre,
dirías que estoy bueno.
Si tomases algo más de tiempo, por precaución e inteligencia, en juzgarme
esperarías a ver lo que unos pocos gestos digan de mí.
Tal vez fuesen positivos. O neutros. Pueden serlo, ya he hablado de la miopía.
Pero no estoy bueno.
Me lo dice el fuero interno, ese cabrón respondón que los más gilipollas llaman "de la conciencia". Al mío le afinó la voz un montón de marujas desocupadas aficionadas a adoctrinar infantes en los misterios del látex y en las bondades de Eros.
Ése, que me conoce, sabe que no estoy bueno.

Habrá quien me conozca, que lea esto y desconfíe. "No es cierto, estás bueno." me dirán compasivos o desconcertados por mi salida del tiesto. Recelad, mi sonrisa esconde todos mis sentimientos bajo una única máscara. Y es fea.

Habrá quien me conozca, que lea esto y vea su opinión respaldada. Es cierto, no estoy bueno. Y con todo, miro a mi alrededor y veo los mismos feos cobardes en todas partes, dispuestos a romper espejos con ojos de cordero, tirando la piedra y escondiendo la mano, sonriendo a caras y apuñalando estómagos. Soy feo pero veo poca gente que sea menos fea que yo.

Tú, por ejemplo, cómo saber si estás bueno.

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