Progreso

"El verdadero problema de la Ley de Propiedad Intelectual no lo van a tener los consumidores domésticos, cuya mayor preocupación es conocer el final de Lost antes que el vecino televidente que aún va por la primera temporada, para así poderse sentir superiores en su atalaya tecnológica, sin darse cuenta de que están tan alienados como sus mayores. Sin darse cuenta de cómo se ha cerrado el círculo de la liberación tecnológica para convertirse en una cadena que los tiene exactamente igual que antes: esclavizados a una pequeña pantalla."

Carlos Sánchez Almeida se despide de la internete. Y tiene razón en todo.

Hace años, de niño, escribí una carta a una revista sobre ecología para críos en la que la diputación de Bizkaia ensalzaba y aún ensalza los beneficios del ecologismo y el cuidado de la naturaleza (aunque nunca ha dado explicaciones sobre su política energética o su apuesta por la incineración de residuos en vez de las 3 erres). Eran los tiempos del auge del reciclaje y en todas partes salían anuncios como champiñones sobre lo bueno de reciclar. Supongo que igual ni mi madre, ni mi hermano, ni mi abuela, ni yo éramos muy buena gente porque no separábamos en casa los residuos. Creo de todos modos que hubiese sido un poco tonto hacerlo, dado que luego lo hubiésemos tirado todo al mismo contenedor, el único que había. Escribí la carta para decir que yo estaba dispuesto a reciclar, pero que los contenedores los tenían que poner ellos, los políticos (en realidad hablaba, creo recordar, de "las grandes decisiones" lo de los contenedores es una licencia literaria :).

Puede lucharse mejor por lo que uno cree justo. Lo sé. Yo no lucho lo suficiente por esas cosas. Dejar que los terratenientes de la música sigan campando por decreto (o por ley orgánica) es anacrónico. Es un error, el mismo que siempre ha cometido el poder político en favor del poder económico. Aunque si siempre se hace lo mismo, será que no es un error.

Podemos mostrar el camino a los políticos pero no podemos andar el camino de los políticos. Aún no. Tal vez podamos un día. Tal vez la democracia participativa llegue a existir, o tal vez con cuarenta o cincuenta años más a la espalda sigamos viendo cada fin de semana el partido de fútbol de nuestro equipo. En todo caso, hasta ahora, el fondo siempre ha permanecido e internet parece perder fuelle como punto de inflexión social. No es ahora. La soga no aprieta lo suficiente para revolvernos. O no la notamos viendo la tele.

"Hace poco intenté buscar La posibilidad de una isla, de Houellebecq, en las redes P2P. No encontré ninguna fuente en castellano. Poco me importa: no hay nada comparable a leerlo en papel, a él o a Hernán Casciari: el verdadero talento es lo que tiene, las pantallas siempre se les quedan pequeñas."

Yo tampoco lo encontré, como no encontré otros libros en castellano ("El arco iris de gravedad" por ejemplo), aunque sí "La sociedad del espectáculo".

La anarquía de Alan Moore en "V de Vendetta", o la revolución propiciatoria de los comunistas o el devenir inexorable de Marx, alguna clase de nihilismo o la sencilla mirada a la red de ansible que hacía Orson Scott Card. Bonito foro de opinión global. O el circo. Siempre el circo. Hay que elegir. Siempre elegimos. Pero, si nos hemos creido esto de la democracia, las decisiones mayores, de momento, no nos corresponden a nosotros.
Y el que no quiera, puede echarse al monte pero ojo, eso no es democrático. O podemos aprender catalán y sevillanas democráticamente.

Lo malo será, como dice el protagonista de Trainspotting, elegir una tele grande que te cagas.

Mañana veré el último capítulo de Lost emitido en Estados Unidos. El 17 de la segunda temporada. Y pasado "V de Vendetta".

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