Epílogo moral

No hay errores, nadie falla. 
Somos los que somos. 
Vamos, venimos, nos amamos. 
De niños no, de niños creemos en los absolutos y cuando faltan, dejan un vacío perenne en el alma. 
Puede vivirse o no con ese vacío, puede llenarse de verdades dolorosas o de mentiras piadosas pero la culpa no existe. 
Hay vida. La culpa no está dentro, no hace falta imaginarla fuera por miedo a reconocer que la culpa solo era íntima, propia, pues esa culpa también es inventada. 
No hay personas fallidas ni personas que fallan, hay personas solas que quieren compañía.
A veces, desafortunadamente, no la encuentran porque no se atreven a buscarla sin lastres, sin memoria, sin barreras o porque encuentran a otros que arrastran sus lastres, su memoria, sus barreras y todo entendimiento es imposible.

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