Ida y Vuelta

Con la macilenta y fugaz luz de los días que compartes
iluminaría tu rostro para sólo observarte yo
en las noches de invierno en que no estás
y en tu mirada encontrar cobijo y un té caliente
para mis manos frías, y mis pies frios y mi corazón solo
y dormir a tu lado desnudo de compromisos, vacío de todo
salvo de tí. Tú, que todo lo llenas.

Mientras se apagan las ascuas de ese calor lejano
que dejé en algún lugar al norte de mi alma
beso tus labios en cada recuerdo de tí que me asalta inesperado
y desconocidos se detienen para hablarme e intentar que te olvide
sin saber si tendrán éxito algún día.

Temo que me ames y temo más aún que no me ames más,
ever so much,
y digna, resentida, dolida, enamorada,
que me abraces o me ignores o me regañes divertida,
o te haga llorar.

Zapatos rosas sobre los adoquines de una tarde que nos recuerda
y se pregunta a qué otro día nos fuimos que ya no estamos allí,
mientras guarda nuestro recuerdo para cobijarse de días solitarios,
de discusiones de viejos y niños que lloran caprichosos,
esperando, deseando sin esperanza, poder volver a vernos juntos
frente a aquel castillo, aquel día tan feliz.

Diciembre 2005

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