Homicio doloso

Hace unos días mi hijo jugaba en el parque con un amigo buscando caracoles.

Tenían uno que una niña un año mayor cogió sin miramientos y se llevó.

Mi hijo, desolado y llorando, vino a mi lado.
Lo tenía en brazos cuando la niña volvió con el caracol llamándole.
Nos vio a los dos. Se calló. Dejó caer el caracol sin dejar de mirarnos y lo aplastó con su pie derecho.
A continuación arrastró el pie contra el suelo varias veces. Luego miró la planta de la zapatilla con rostro inexpresivo y volvió a arrastrar el pie contra el suelo.
Repitió la misma operación varias veces.

En esos momentos llegaba mi mujer.
Yo repetía en bucle "La gorda esa, la gorda esa" (la niña sufre de una notable obesidad).
Mi mujer me dijo que no dijese eso, cogió al niño en brazos y, al contarle lo sucedido, se acercó a la niña y le dijo que eso no se hacía, que ni se quitaban los caracoles a los demás ni se mataban.
La niña respondió varias veces "Yo no he sido" sin mirarles.

Cuando Marta se acercó a mi lado le dije que iba a hablar con los padres de la niña a lo que ella me preguntó "¿Pero tú sabes quiénes son sus padres?"
Yo le respondí que me lo dijese para hablar con ellos y me contestó "Con esos es mejor no hablar porque son peores que la niña".
A continuación me dijo quiénes eran y solo pude reconocer que era mejor dejarlo estar así.

Y así se quedó la cosa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pedro Salinas - Si me llamaras

Joaquín Reyes - La Hora Chanante

Primera evocación